QUE SE DICE DE...

Después de las persecuciones, la opinión que tenían los romanos acerca de los cristianos no era muy amable cara al público, se publicaron miles de criticas y se escribieron textos como este: 

"Que en la nocturna congregación sacrificamos y nos comemos un niño. Que en la sangre del niño degollado mojamos el pan y empapado en la sangre comemos un pedazo cada uno. Que unos perros que están atados a los candeleros los derriban forcejeando para alcanzar el pan que les arrojamos bañado en sangre del niño. Que en las tinieblas que ocasiona el forcejeo de los perros, alcahuetes de la torpeza, nos mezclamos impíamente con las hermanas o las madres. De estos delitos nos pregona reos la voz clamorosa popular, y aunque ha tiempo que la fama los imputa, hasta hoy no ha tratado el Senado de averiguarlos"

Es una crítica bastante acusadora e inquisitiva a la que los cristianos contestaban con sus propios textos, refiriéndose a si mismo tal como:

"Los cristianos no se diferencia ni por el país donde habitan, ni por la lengua que hablan, ni por el modo de vestir. No se aíslan en sus ciudades, ni emplean lenguajes particulares: la misma vida que llevan no tiene nada de extraño.  Viven en ciudades griegas o extranjeras  y se adaptan a las tradiciones locales y dan testimonio en las cosas de cada día de una forma de vivir que, según el parecer de todos, tiene algo de extraordinario.

Observan exactamente los mandamientos de Dios, viviendo santa y justamente, así como el Señor Dios le has mandado; le rinden gracias cada mañana y cada tarde, por cada comida o bebida y todo otro bien…"